Recuperando la Pasión
La palabra pasión habla de un sentimiento vehemente, no es algo superficial, sino que va más allá. La pasión es capaz de provocar en nosotros el poder hacer cosas difíciles.
Cuando trabajamos apasionadamente, se nota porque el rendimiento es mayor. Debemos pedir en oración pasión por todo lo que hagamos, para que lo podamos disfrutar y poder tener mejores frutos por lo que hacemos. Pidamos que todo lo que hagamos lo podemos hacer en amor para no mirar las pequeñeces y que las zorras no nos roben la bendición.
La pasión puede dominar nuestra voluntad en momento dados cuando nos sentimos débiles y no tenemos deseos de hacer nada.
Si nuestra motivación no es por pasión por Cristo, estamos perdiendo el tiempo.
No importa el sufrimiento, la persecución o los ataques el amor nos hace persistir en lo que hacemos. Una muestra de las muestras de amor más grande la vemos en el libro de Isaías capítulo 53.
“¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará?” (Isaías 53:1-8)
Lo que hizo Jesús, ha provocado que millones de personas sigan reconociendo su pasión por amor a la humanidad. Lo que provocó que Jesús, persistiera y muriera en la cruz de la manera en que lo hizo, fuimos nosotros.
Jesús, nos miró a través del dolor, de los insultos o de las bofetadas. Tal vez no podía ver bien por tener la mirada llena de sangre, pero miró al futuro y nos vio celebrando con las manos en alto diciendo “Gloria a Dios que vive para siempre”. ¡Le pagamos mal al Señor, pero Él nos pagó con amor!
Mientras tenemos pasión verdadera no nos rendimos y nada nos estorba. Nos entregamos totalmente.
Ver la liviandad con que la gente quiere servirle a Dios es impresionante. El Señor debe estar diciendo – “¡Tanto que hice por mi pueblo!”
“Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.” (Isaías 53:8-12)
Jesús no pretende que vivamos el mismo sacrificio, porque ya Él lo hizo.
“Convertíos, hijos rebeldes, y sanaré vuestras rebeliones. He aquí nosotros venimos a ti, porque tú eres Jehová nuestro Dios.” (Jeremías 3:22)
La pasión es el combustible, es la llama para cumplir la misión del Señor al costo que sea.
Meditemos en esto. ¿Cuándo fue la última vez que sentimos hambre por estar en la presencia? ¿Cuándo fue la última vez que deseamos estar a solas con Dios y lo perseguimos con total entrega deseándolo tanto que lo seguimos en el momento triste y de tierras áridas? El Señor debe ser lo principal en nuestras vidas. Dios es el dador de todas las cosas, es imposible que lo que Él nos de haya ocupado su lugar. No podemos permitir que las añadiduras tengan el lugar de Dios en nuestras vidas.
“Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada.” (Jeremías 2:2)
El Señor tiene un reclamo y es que volvamos a ese tiempo. Hay que volver a las primeras obras y al primer amor. Dios está buscando de nosotros, no de lo que podemos tener, porque todo lo que tenemos Él nos lo dio. El Padre nos quiere a nosotros.
Si se pierden las ocupaciones de la vida, perderemos la pasión por Cristo y su obra. La pasión se pierde cuando no hacemos lo correcto y cuando pese a que Él nos hable no le obedecemos.
Perdemos la pasión cuando:
- Descuidamos los medios de gracia que se nos han entregado para hablar y estar con É
- Al dejar la oración y la lectura de la palabra.
- Si solo pensamos en asistir a la iglesia los domingos.
- Dejamos que el pecado afecte nuestra relación con Dios.
- Permitimos que el gozo se vaya.
La pasión provoca en nosotros el querer como el hacer y cuando estamos enfocados en el Señor nada nos puede detener. ¡Recuperemos la pasión!
Las excusas vienen a causa de que ya no hay pasión, solo satisface al que las da.
¡Pidamos al Señor misericordia por nuestra isla! No podemos ser de los que retroceden, si nos sacan por las puertas, entramos por las ventanas, pero la sangre de Cristo, lo vale todo.
Para los días que vienen necesitamos que estemos apasionados por Jesús y que no importa que sigamos trabajando para el reino de Dios.
Cuando perdemos la relación con Dios, el Espíritu Santo ya no se hace tan vocal en nuestras vidas y no nos redarguye. El Espíritu Santo, es quien nos dirige a toda verdad y justicia, pero para que eso suceda debemos mantenerlo vivo en nosotros, no lo podemos contristar. Hay que mantener la llama interior encendida para que nos hable y nos dirija.
La doble porción que pidió Eliseo a Elías no era del espíritu. Dios no da el Espíritu Santo por medida, porque el Espíritu Santo es una persona. Lo que pidió Eliseo, fue el doble de la pasión, de la entrega, del coraje y de la valentía que tenía Elías.
Con Cristo, lo tenemos todo y el que lo mira a Él, no importa lo que se levante o lo que pase nuestra pasión debe permanecer en el Señor.
“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.” (Salmos 51:1-5)
No podemos hacer alarde de todo lo que oramos o de todo lo que buscamos de Dios, si cuando estamos en público no mostramos paciencia ni carácter.
La palabra se nos revela cuando tenemos el tiempo de leerla y de escudriñarla. “He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría” (Salmos 51:6)
Cuando tenemos pasión y relación con Dios, nuestra meta es ganar a otros para Cristo, hablándoles de lo que Dios ha hecho en nuestra vida.
¡Iglesia, es hora de ganar almas para el reino de los cielos! Que nadie mine nuestra casa, tenemos que ser vigilantes, orar, ayunar y buscar al Señor. No hay otro camino, solo Cristo salva. y “Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.” (Salmos 51:12)
Solo con Jesús, dentro de nosotros somos capaces de amar por encima del dolor y las ofensas de una manera sobrenatural. Con Él, somos más que vencedores.
El Padre es capaz de cambiar todos los deseos que tenemos dentro, él puede encender nuestra llama y el amor profundo. Si hemos perdido nuestro amor por el Señor, la forma de volverlo a tener no es tratar más duro, hasta que de alguna manera lo alcancemos por nuestros méritos o por nuestras obras. La manera es confiar que sus promesas son fieles y verdaderas.
El enemigo lo primero que hace es poner dudas sobre lo que Dios ha dicho, pero lo que Él dijo se cumplirá.
Las bendiciones son recuperadas, Dios perdona al prodigo, y al que se alejó y nos devuelve todo lo que perdimos.
Deseemos volver a hablar con el Padre de madrugada, comprometernos con nuestra casa local sabiendo que la extensión del reino está a través de lo que hacemos en ella.
El arrepentimiento genuino, traerá restauración a nuestras fuerzas. Dios devolverá el gozo de nuestra salvación y ese gozo nos sustentará.
“Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Apocalipsis 3:16) El ser tibio es un peligro. Dios quiere que volvamos a la pasión.
En todo lo que hagamos tiene que ir envuelta la pasión.
“Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.” (Apocalipsis 2:1-5)
De una fuente no pueden brotar dos aguas, es hora de tomar decisiones. Servirle a Cristo, no es dejar de ser un ser humano normal en la tierra. Es tiempo de entronar al Señor, donde el merece estar, en el primer lugar de nuestra vida.
¡Volvamos a recuperar nuestra pasión! Si hacemos todo con pasión como para el Señor, todo estará bien. Amemos lo que Dios ama. Dios vino a buscar lo que se había perdido.
¿Cómo escucharan sino hay quien les predique? Cuando nuestra pasión es Cristo, nuestro primer tema no es la política ni el deporte, sino que es Cristo. De la abundancia de nuestro corazón hablará nuestra boca.